martes, 8 de enero de 2013

Crónica de un viaje por el trasporte público


sábado, 17 de abril de 2010


Crónica de un viaje por el transporte público



El destino me ha llevado en está ocasión a "disfrutar de los placeres" que da un viaje por la ciudad. Bajo un intenso sol, sin dinero suficiente para abordar un taxi, comienzo mi caminata hacía la estación del metro más cercana. Luego de varios kilómetros, la boca sedienta y los pies rogando por un descanso, logro llegar a mi primer destino, que irónicamente me da la bienvenida, con un nombre muy tentador para mi sentir en esos momentos, Barranca del Muerto. 
El primer paso es comprar un boleto del metro, costo $3.00 pesos. Me dirijo hacía los torniquetes, donde introduzco mi boleto recién comprado y se desliza dándome la entrada. Camino en dirección al túnel y al hallarme dentro, me dirijo hacia la zona exclusiva de mujeres. Sintiendo esa seguridad me relajo y espero paciente el vagón, asomándome de vez en cuando a ese agujero que me transporta por momentos a lugares inimaginables. Por fin llega el vagón, desliza sus puertas metálicas de lado a lado, permitiendo la entrada libremente. Tomo asiento en una de las sillas solitarias y de mi bolso saco un libro que me dispongo a leer tranquilamente, aprovechando el viaje. 
Mi tranquilidad se ve rápidamente interrumpida por unas bocinas que ensordecen con sus mezclas musicales, acto siguiente, un joven muy delgado, comienza a gritar una serie de anuncios que distraen a todos "En está ocasión les traigo la mejor música para sus fiestas, reuniones y eventos, le cuesta solo $10 pesos" .Camina de lado a lado del vagón con sus bocinas en la espalda a modo de mochila, luego de hacer su vendimia en esté vagón, sale rápidamente en la siguiente estación y va al siguiente vagón.

 He llegado a la estación donde debo transbordar. En el camino entre estación y estación, me topo con diversos vendedores apostrados en el piso, ofreciendo entre dulces, comida, discos, películas piratas, y uno que otro puesto de libros, revistas y periódicos. Sigo mi camino y al llegar al nuevo túnel que me llevará a mi siguiente destino, me encuentro con un calor intenso, que provoca el tumulto de gente que también está esperando a abordar el siguiente vagón. Me dirijo como la primera vez hacía el área de "solo mujeres" y me encuentro con un grupo muy grande de mujeres de distintas edades, posición sociocultural y raza. Al llegar el vagón, sale una gran cantidad de mujeres que dejan por solo unos segundos vació el espacio. Inmediatamente siento como me empujan hacía adentro sin opción a detenerme, llega un momento que sientes claramente manos, espaldas y hasta puedes oler el cabello de la compañera de en frente. Quedé atrapada entre cuerpos femeninos en medio del vagón, imposible moverse y tomar un tubo para detenerme es inaccesible (tal vez si hubiera uno arriba de mi cabeza me salvaría, pero eso no existe aquí), la única posibilidad es adquirir equilibrio e irme moviendo de acuerdo al movimiento del metro, aunque al darme cuenta, eramos tantas y estábamos tan juntas, que aunque el metro hiciera un movimiento brusco, nadie podría caer. El calor se hacía más y más intenso, mientras pasaban las estaciones, entraban a veces más de las que salían. Era imposible ver mi bolsa, solo podía aferrarme a ella y tratar de tener mi mano de donde se abre, intentando así evitar algún tipo de robo. Cuando logro llegar a mi nuevo destino, tengo que empujar y escurrirme como carne pasando por engranes. Al salir de ahí me dirijo hacía la salida, se siente el aire aun sofocante pero ligeramente mas fresco. Al estar afuera, respiro pero no detengo mi paso, ni mi ritmo, ya que es preciso siempre estar al pendiente de todo movimiento al rededor. Para evitar cualquier atraco o acoso.

Ahora busco la entrada al Metrobus. No tengo tarjeta, así que debo adquirir una. Hay una serie de botones y oprimo el que dice "compra", no te dice cuanto cuesta, pero intuyo que con $20 pesos me alcanza. Sale mi tarjeta roja, y verifico cuanto saldo tengo (saldo $10 pesos, costó $10 pesos). Aun no se cuanto cuesta un viaje, pero al poner mi tarjeta en el lector, me absorbe justos $5 pesos, es decir me sobra solo un viaje mas. Nuevamente me dirijo hacía la zona exclusiva de mujeres, pero en está ocasión al no haber ningún tipo de autoridad, me encuentro con varios "hombres" (si es que así se les puede decir), esperando del lado de las mujeres, y no tengo más remedio que mover mi cabeza de un lado al otro en modo de desaprobación. Uno de ellos me ve y se hace el sorprendido y se va a su área establecida. 
El camión del metrobus se tarda varios minutos en llegar, inicia la desesperación de todos, la gente se comienza a juntarse mas, hasta que por fin, se oye a lo lejos el claxon advirtiendo su llegada. Todos los espacios están repletos, pero luego del tiempo de espera, si tienes prisa, no hay opción a esperar otro, debes entrar. Lo abordo, fijándome bien en la separación notable que hay entre la estación y el piso del camión, para no caerme. Intento adentrarme hacía el centro, para poder estar más cómoda (si es que eso se puede) y me agarro fuertemente de uno de los tubos.
 En la siguiente estación sube una mujer de edad mayor, muy delgada y arrugada. En su rostro son notables una serie de moretones y raspones, que curiosamente le comenta a una chica delante de mi, que fueron producidos por las mismas puertas del metrobus. Al escuchar eso y ver su miedo reflejado en la mirada, volteo y veo la zona exclusiva para "discapacitados, embarazadas, mujeres con niños y adultos mayores(ancianos)", son 4 asientos dispuestos para esté fin, en los dos primeros más próximos si habían unas señoras con sus bebes, pero en los otros dos no. Así que le digo a la señora que vaya y pida que la dejarán sentarse, ya que esa área era para eso, y de echo así está establecido. Ella muy temerosa y tímida, me pregunta ¿Pero como llegó? Entonces otras señoras la escucharon y la acercaron a los asientos, pero las dos que venían sentadas, sin ninguna discapacidad, ni embarazo, hicieron caso omiso al alboroto, incluso fingieron sordera. La señora, ya muy cansada, prefirió esperar ahí, parada. Todas nos dimos cuenta de que había sido evidente el alboroto, es por eso que descalifico la actitud que mucha gente, como esté par de mujeres, que lamentablemente, no demostraron su humildad y mucho menos su educación. 
Al bajarme del camión, nuevamente es necesario observar cuidadosamente el espacio que queda entre piso y piso. Ahora debo de tomar un pecero (así se le dice al tipo de camión pequeño que habita en la ciudad), espero en la esquina con la dirección donde debo llegar y al ver el pecero con el letrero indicado que me dice que va hacía donde voy yo, le extiendo el brazo en señal de parada. Se detiene unos metros adelante de mi, camino y subo los escalones. Miró al chófer que es solo un muchacho, bastante joven, con facha de hiphopero. Le pregunto si cruza la calle donde debo bajar y asiente con la cabeza, le pregunto "¿Cuánto es? y me dice $3 pesos. Logro poco a poco, acercarme a la parte trasera del pecero, donde irónicamente se levanta un señor para cederme el lugar, yo accedo y me siento cómodamente, cerciorandome de que no hubiera alguien que lo necesitará más. Ya sentada, me percato del tipo de música que a todo volumen trae el chófer. Un estilo hip-hop, con un perfil de protesta. La letra de la supuesta canción, decía algo como "¿me pregunto por qué? el mundo tiene un dueño, ¿por qué?" Y está pregunta se repetía tantas veces que no pude olvidarme de está parte, pero era tan nefasta la manera en que hacia su...música, que simplemente ya resultaba molesto seguir escuchando tan mala interpretación. 

Por fin logró llegar a mi destino. Solo caminando otros pasos me encontraré en el lugar donde me esperaban. Son tan grades las historias que aparecen día con día en el transporte público, que está fue solo una ida através de mis ojos. Lo difícil era que aun tenía que regresar, pero esa es otra historia.  

¿Y tú que anécdota me puedes contar?

Berenice Alós






1 comentario:

  1. ahahahahaha,, qe padree,, peroo fijate qe no solo en la cd de Mexico pasa esoo,, osea creoo qe la cd de mex,, lo da al por mayor, pero en todos lados pasa,, esoo de qe se sube alguien a ofrecer o a vender o a dejarte uun chocolatito pá qe lo compres pasa en todos ladoss,, y creo qe ia es un folklor mexicanoo,, ya estaa en nuestro pan de cada dia,, lo qe si me causa no se podria decir enojo, pero si desagradoo esqe en esta sociedad,, qe segunn va mejorando,, siga existiendo la inconciencia de algunas personaas para los discapacitaados,, niños,, ancianoss asi como tu lo mencionass,, y ps qe mala ondaa qe no solo los hombres nos demuestren su poca educacion o su caballerosidad,, si no qe tambien hay mujeres qe no lo hacen,, y lo peor es qe hay algunas qe se molestan si alguien les dice algoo,, haha me ha tocadoo verlo,, en fin,, tdoo estoo se vive en cualqier lugar de mexico,, es parte yaa de nuestroo folklor mexicano,,, ademas a veces nos alegran el dia los payasiitos,, de hecho el jueves me subi en un bus,, y hasta concierto de violin me toco escuchar,, pss ya me retiroo mi beree heheh ia dejee mi comentarioo qe aunqe a veces qisiera abstenerme de hacerlo,, no puedoo porqe lo qee escribes simplemente se antojaa comentarlo,, hahha tiene ese no se qee qe lo hacee especial,, no dejes de escriibir porqe ia tienes una fan!! ahahhaha

    COMENTARIO DEL ESCRITOR.

    Quiero conservar está historia en mi Universo. 

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