martes, 8 de enero de 2013

Melancolía en Coyoacán



domingo, 11 de abril de 2010

Melancolía en Coyoacán
Caminando entre las piedras que recubren las explanadas del centro de Coyoacán. Me encuentro en un instante sumergida en una melancolía y añoranza, de lo que era en mis días de adolescente, su mágico folclor, el enigma que se respiraba y la saturación incontrolable de gente que iba y venía, buscando un espació único, donde se podía expresar libremente y sin prejuicios, donde podíamos andar y perdernos horas, buscando nada y encontrando miles de puestos que nos daban una oportunidad de mirar y distraernos.

Si te dejabas envolver por su magia y locura, te topabas muchas veces con personajes tan memorables como el 
No le saque (QPD). O vagabundos dispersos en sus mundos irónicos, llenos de locura, por el error que los hizo quedarse perdidos en su mundo de tormento. Encontrabas siempre al rededor de sus jardineras, sentados, esperando, a los tan buscados lectores de tarot o de la palma de la mano, y uno que otro que llevaba un libro de numerologia. Y que por "lo que fuera tu voluntad", te llevaban a un instante lejos de la realidad. O que me dicen, de todos aquellos que cuando menos te lo esperas, tu sentado, muy tranquilo, tal vez hasta platicando, viendo a los danzantes, llegan y te sacan de tu quietud, ofreciéndote mil curiosidades, un acto de magia o incluso hasta recitarte un poema.

Seguí caminando entre ese mundo perdido y olvidado. Poco a poco se me vino a la cabeza, el recuerdo de un aroma típico de coyoacán, que ya no lograba oler en estos días. Las tortillitas de masa, ya no están a las afueras de la iglesia. No importaba que día era, siempre podías confiar en que las señoras estarían ahí, realizando sus tortillitas semi quemadas, envueltas en sus papelitos de china de colores, esperando que algún antojadizo se dejara perder por su sabor. Pero en esta ocasión, ni el antojo fue suficiente para poder encontrar un puesto similar.

Hay espacios fijos que no han desaparecido. Lugares clave, donde puedes esperar horas, hacer una fila al parecer interminable de gente, para poder pedir un café del "Jarocho". Que al probarlo, solo te das cuenta, de que la espera no era por su sabor, si no por su precio. Las "donas gigantes" y grasosas, que enloquecen el paladar y que no esperas a sentarte para poderle dar un mordisco. Los deliciosos "churros" de sabores, que te atrapan en cada esquina, esperando al incauto y desprevenido, que toma su churro sin cuidado y acto seguido, se escurre del interior el líquido jugoso y pegajoso, manchando tu ropa o zapatos, provocando un incontrolable movimiento de tu cadera y de tu brazo, intentando solucionar el error, que obviamente ya es irreparable.

En sus bancas, se escuchan las platicas, se ve el romance, las risas y uno que otro soñador solitario que lee su interminable libro. En el quiosco, se pueden ver a los niños jugando, felices, sintiéndose libres a la mirada de sus padres, que a lo lejos se encuentran, pensando, seguramente, en las nuevas deudas que pagar, pero al mismo tiempo, dejándose llevar por el encanto del lugar.

Entre sus restaurantes y bares, se distingue la gente que disfruta de sus bebidas, que se divierte con la música. Que buscando un lugar para relajarse del día, han encontrado un sitio agradable, donde dispersar y liberar su estress.

Coyoacán siempre fue el lugar indicado para no hacer nada, para divagar y perderse entre su disturbio. Para olvidar la seriedad de la ciudad y encontrarse perdido en un lugar coloquial, artístico y en constante movimiento de lo inesperado. Un sitio inigualable, con un toque de trovador y gitano. Un espacio abierto a todas las tribus urbanas, a toda cultura e ideología. El lugar perfecto para ser uno mismo, sin ser juzgados. Era eso y mucho más.

Hoy, me encontré con un Coyoacán distinto. Muy limpio y seguro, eso sí. Pero había perdido algo, esa magia está desapareciendo. Esa sensación de misticismo, ya no la sentí.Y ya van varias veces que iba y sentía los mismo. Pero hoy, consciente de esa necesidad del pasado, me derrumbó y me hizo tener un sentimiento de melancolía. Una añoranza por volver a vivir esos momentos tan extraños de mi adolescencia. 
¿Qué ocurrió con el Coyoacán que yo recuerdo?


Comentó

Berenice Alós






3 comentarios:

  1. mmm ,, pues buenoo,, la verdd te confieso qe no me gusta mucho escribir,, pues siento qe divago y mi mente se expande en otras cosas y caigo en la redundancia de qe escribo lo mismo siempre,, hehe pero pues aqii estoi i a darlee,, heheh, no tengo el placer de conocer coyoacan, pero por lo qe escribes me parece un lugar lleno de magia y mistiscismo, qe no simplemente ha estado ahi para qe las personas lleguen y lo visiten claro qe hay muchas qe solo hacen eso,,pero creo qe hay personas qe van porqe es un lugar de reflexion, de contacto cn tu alma, de relajamiento, no lo se tal vez me eqivoqe pero creo qe el aire libre, la libertad qe se siente en lugares asi es solo un filtro para el alma,, te repito qe no tengo el placer de conocerlo pero me lo imagino como tu lo describes, un lugar tranqilo, lleno de costumbres, lleno de colores,aromas,sensaciones qe tal vez no se describan tan facilmente, pues son parte de tus recuerdos qe solo tu sabes y qe te llevan a momentos increibles,, heheh creo qe ya estoi empezando a divagar,, tal vez lo notes pero no soy muy apta para la escritura,,creo qe el coyoacan qe tu recuerdas esta ahi,, solo se ha cambiado de forma y de color,, pero siempre lo llevas en tu mente,, y cada aroma te lo va a recordar..
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  2. Faltaron las tepoznieves!
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  3. me pareció un buen reportaje de conocimiento de las tradiciones de un lugar típico de la ciudad la cual ha ido cambiando con la evolución de lo antiguo a lo contemporáneo, quiero felicitarte por las observaciones y comentarios al respecto.Luz del Carmen

    *COMENTARIO DEL ESCRITOR.
    Está historia es parte de mi, pero estuvo en otra página. Por eso lo conservaré en mi Universo.

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